"Un limón, medio limón, la clasificación al Mundial"
Se jugaba la eliminatoria para México 1986, los uruguayos se tenían que medir frente a su par chileno en el último enfrentamiento para la clasificación mundialista.
La serie se completaba con la selección ecuatoriana, pero el mano a mano fue entre orientales y trasandinos.
En los partidos anteriores, Uruguay había conquistado dos victorias frente a los ecuatorianos y una derrota ante los chilenos en Santiago de Chile, en un encuentro muy accidentado que tuvo una suspensión superior a los veinte minutos y con una pedrada a uno de líneas y el árbitro Jesús Díaz Palacios no se atrevió a suspender.
Si los uruguayos hubieran juntando todas las naranjas (para poner como ejemplo) que les fueron arrojadas desde las gradas, tenían para poner 150 puestos de ferias.El resultado final fue 2 a 0 a favor de los locales.
El fixture indicaba que el último partido se tendría que jugar en Montevideo, Uruguay consiguiendo la victoria se clasificaba para México.
Se jugó un domingo 7 de abril, el estadio colmado, y la esperanza latente, la sociedad uruguaya venía de un triunfo mucho más importante que un mundial, como fue el hecho de haber recuperado la democracia un mes y poco antes, pero como el fútbol después de la política lo es todo, el mundial era un eslabón más para la alegría del pueblo.
La apertura del marcador la consiguió el lateral uruguayo José Batista con un soberbio tiro libro hacia el arco de la Tribuna Colombes, haciendo estéril el vuelo del gran golero trasandino Roberto Rojas.Pero antes de finalizar la primera mitad, llega lo inesperado, penal para la visita cometido al delantero Carlos Caszely y la figura chilena Jorge Aravena lo transformó en el 1 a 1.
El estadio casi en silencio, pero esperanzado, y llega lo que el mundo deportivo oriental esperaba, el 2 a 1, también de penal, éste fue cometido a Enzo Francescoli y Venancio Ramos lo convirtió.
Hasta el final fue todo nervios, los alcanza pelotas "desaparecieron", los chilenos corrían por todos lados cuando la pelota se iba afuera, el estadio y el país entero a la espera del final, parecía que no terminaba más.
Pero el zenith del sufrimiento y la agonía fue a poco de finalizar el encuentro, el árbitro argentino Carlos Espósito cobró tiro libre para la visita a pocos metros del área.Los corazones se paralizaron en el estadio y en todo el Uruguay, la selección chilena contaba como un medio campista con un disparo extraordinario de zurda, Jorge Ricardo Aravena, por esa cualidad lo catalogaron con el apodo de "El Mortero".
Se preparó la barrera el unísono que el chileno acomodaba el balón, el estadio en silencio, el mundial estaba muy cerca pero también muy lejos.Pero Venancio demostró que su picardía no era solamente por la punta derecha, sino también en algo "extra", resultado que un limón de los tantos que se tiraron ese día por la parcialidad uruguaya como forma de revancha por la actitud del público chileno, estaba casi en el medio del terreno, Ramos lo tomó y cuando el volante Aravena iba a formalizar el tiro libre, el artiguense le arrojó el limón a la pelota y se la movió, resultando un disparo lejos del arco defendido por Rodolfo Rodríguez.
Las almas volvieron al cuerpo de tres millones y se espero el final del partido para festejar la vuelta a una Copa del Mundo luego de doce años de ausencia.Injustamente se podría catalogar como una clasificación del limón, pero que ayudó, ayudó.
Se jugaba la eliminatoria para México 1986, los uruguayos se tenían que medir frente a su par chileno en el último enfrentamiento para la clasificación mundialista.
La serie se completaba con la selección ecuatoriana, pero el mano a mano fue entre orientales y trasandinos.
En los partidos anteriores, Uruguay había conquistado dos victorias frente a los ecuatorianos y una derrota ante los chilenos en Santiago de Chile, en un encuentro muy accidentado que tuvo una suspensión superior a los veinte minutos y con una pedrada a uno de líneas y el árbitro Jesús Díaz Palacios no se atrevió a suspender.
Si los uruguayos hubieran juntando todas las naranjas (para poner como ejemplo) que les fueron arrojadas desde las gradas, tenían para poner 150 puestos de ferias.El resultado final fue 2 a 0 a favor de los locales.
El fixture indicaba que el último partido se tendría que jugar en Montevideo, Uruguay consiguiendo la victoria se clasificaba para México.
Se jugó un domingo 7 de abril, el estadio colmado, y la esperanza latente, la sociedad uruguaya venía de un triunfo mucho más importante que un mundial, como fue el hecho de haber recuperado la democracia un mes y poco antes, pero como el fútbol después de la política lo es todo, el mundial era un eslabón más para la alegría del pueblo.
La apertura del marcador la consiguió el lateral uruguayo José Batista con un soberbio tiro libro hacia el arco de la Tribuna Colombes, haciendo estéril el vuelo del gran golero trasandino Roberto Rojas.Pero antes de finalizar la primera mitad, llega lo inesperado, penal para la visita cometido al delantero Carlos Caszely y la figura chilena Jorge Aravena lo transformó en el 1 a 1.
El estadio casi en silencio, pero esperanzado, y llega lo que el mundo deportivo oriental esperaba, el 2 a 1, también de penal, éste fue cometido a Enzo Francescoli y Venancio Ramos lo convirtió.
Hasta el final fue todo nervios, los alcanza pelotas "desaparecieron", los chilenos corrían por todos lados cuando la pelota se iba afuera, el estadio y el país entero a la espera del final, parecía que no terminaba más.
Pero el zenith del sufrimiento y la agonía fue a poco de finalizar el encuentro, el árbitro argentino Carlos Espósito cobró tiro libre para la visita a pocos metros del área.Los corazones se paralizaron en el estadio y en todo el Uruguay, la selección chilena contaba como un medio campista con un disparo extraordinario de zurda, Jorge Ricardo Aravena, por esa cualidad lo catalogaron con el apodo de "El Mortero".
Se preparó la barrera el unísono que el chileno acomodaba el balón, el estadio en silencio, el mundial estaba muy cerca pero también muy lejos.Pero Venancio demostró que su picardía no era solamente por la punta derecha, sino también en algo "extra", resultado que un limón de los tantos que se tiraron ese día por la parcialidad uruguaya como forma de revancha por la actitud del público chileno, estaba casi en el medio del terreno, Ramos lo tomó y cuando el volante Aravena iba a formalizar el tiro libre, el artiguense le arrojó el limón a la pelota y se la movió, resultando un disparo lejos del arco defendido por Rodolfo Rodríguez.
Las almas volvieron al cuerpo de tres millones y se espero el final del partido para festejar la vuelta a una Copa del Mundo luego de doce años de ausencia.Injustamente se podría catalogar como una clasificación del limón, pero que ayudó, ayudó.
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