A comienzo de la década del ‘80 (1981) el fútbol mundial comenzaba a nombrar a Japón en lo que al fútbol ser refiere pues llegado el mes de diciembre se disputaría la final de la Copa Intercontinental (campeón de Sudamérica y Europa). Los ojos del mundo deportivo miraban hacia el Estadio Nacional de Tokio en los primeros días del último mes del año.
Después que el jugador más destacado de dicho encuentro recibía las llaves del auto Toyota, a modo de premio, los “ponjas” volvían al casi total anonimato a nivel futbolístico.
Pero un buen día se propusieron ir un poco más en esto del fútbol, es más que lógico pensar que lo que un japonés se propone a la larga lo conseguirá, por ende han aparecido en mundiales.
Consideraron que tenían que ir en búsqueda de “emperadores” de otros lados para que le enseñasen en profundidad dicho deporte y así superarse.Comenzó el éxodo mundial hacia el archipiélago y como era de preverse no iban a escatimar en gastos, vaya ayuda para “arrimar cerebros”.
El Uruguay no podía estar ajeno a dichas solicitudes, se había “llamado a licitación” desde la Tierra del Sol Naciente y por suerte teníamos (y tenemos) a muchos que pueden presentarse a retirar el “pliego de condiciones” y quedarse con el cargo.Unas de las cosas que nos llamó la atención cuando el fútbol nipón ya iba ganándose un lugar en las “charlas de café” eran los nombres de los equipos, pasaban desde uno con marca de auto, de moto o mismo de electrodomésticos.
Uno de los “solicitados” fue Eduardo Acevedo, zaguero uruguayo muy reconocido de joven en nuestro fútbol (actualmente técnico).A partir del mundial mexicano del 86 fue “el Mundialista Acevedo”, quizás por este mote prestigioso y por sus condiciones deportivas llevaron a que los nipones depositaran todas las intenciones de contar con sus servicios.
Jugó en el Toshiba, recién comenzada la década de los 90, estuvo solo una temporada (1992), pero le alcanzó para aprender y considerar a la sociedad japonesa desde varios puntos, la forma de vida, los estados de ánimo y la visión del deporte propiamente dicho.Como era de esperarse distan mucho a las “costumbres uruguayas”.• MAS SABE EL DIABLO POR VIEJO, QUE POR DIABLO
“Escuchar a una persona mayor en Japón es sinónimo de sabiduría, respeto, es todo.En los países occidentales mucho de eso se pierde, es tener los botines viejos.Cuando los años pasan, tenés más experiencia y no pensás igual que cuando tenés 20 años.No cambia tu manera de ser o tu temperamento, pero si como enfocas la vida.El Japonés escucha al grande.”• SI TE VIERA CHELE
“Hay cosas para aprender del Japón, de la vida de los japoneses, lo que significa el trabajo para ellos que es lo más importante de su vida y no la familia.Pero si en la educación, recuerdo que me dieron un apartamento de tres dormitorios, ellos están acostumbrados a vivir en espacios reducidos y los pisos tienen como una esterilla a no ser algunos corredores.Entraba y salía de mi casa y los vecinos no me saludaban y le dije a la traductora “la educación de estos japoneses donde está?”, se puso a averiguar y lo que pasaba era que me veían entrar con los zapatos a mi casa.A la semana ya me acostumbré a sacármelos, hay un armario en donde los dejas y sacas tus chancletas, ellos usan todos los calzados de gran tamaño así poder sacárselos con facilidad pues por ejemplo entrar a un restaurante y hacen los mismo que si entraran a su casa.En realidad es verdad, vos entras a diferentes lugares, a baños públicos por ejemplo y todos sabemos cómo están y luego entras a tu casa con los mismos y puede estar tu hijo gateando por donde vos estás pisando, es un tema de higiene o de purificar tu casa.Cuando llegué a Montevideo a principio me costó no sacarme los zapatos, me sentía rarísimo, luego me acostumbré”.• SI TE ESCUCHA TABARÉ
“Un día estaba fumando en una calle, en el centro de Tokio. Terminé el cigarro y tiré el pucho al piso. Se apareció un viejito, un anciano de aproximadamente 85 años, encorvado, pasó al lado mío, levantó el pucho y se puso a buscar un cenicero.Me paré y no podía caminar para adelante, comencé a hacerlo para atrás de la vergüenza y el “cachetazo” que me dio.Todo el mundo en la vía pública anda con cenicero de cartera o de bolsillo, hermético.A mi me dio una lección, que son cosas inverosímiles para acá”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario