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"Un Cuento Chino"

Cuenta la Leyenda que un buen día apareció en las puertas de la sede del club que se las había abierto algo así como 14 años atrás, calladito, casi mirando el piso, sin que casi nadie supiera, había sido resistido, defendido, criticado, pero nunca odiado.
El hombre tomó el fútbol con una mezcla de profesional y amateur, jugaba como lo primero, entrenaba como lo segundo (según sus propias palabras).
De a poquito se fue metiendo (nuevamente) a la hinchada dentro de su pierna izquierda, un gol a River Plate, otro a Defensor Sporting y ya era el cambio cantado que todo hincha pedía, cuando el “Muñeco” se daba vuelta para llamarlo y él corría a sacarse la ropa de abrigo y pararse a recibir alguna indicación técnica (suena a redundante), ya los ojos se posaban en el “20”, con poco correr, diría que al ritmo de trote, miraba, la pedía, la pisaba y la pasaba.
Parada difícil ese Apertura para Nacional, la cosa venía de “nalga”, siete puntos abajo del puntero y Gallardo que tambaleaba, los cuestionamientos sobre el novel técnico eran moneda corriente, hasta que el viento cambió, vino del “Oriente”, era distinto, al principio fue una ráfaga, luego ya era un “huracán”, la distancia con el puntero ya no era tanta, y llegó el día de la consagración, domingo soleado, nublado y soleado otra vez, en la segunda parte ingresa (como siempre), la mano venía complicada, parecía que se derrumbaba lo hecho hasta ese momento, pero no, se empata como para generar expectativas, el partido se diluía, y aparece la pena máxima, como para que no quedaran dudas a donde iban a mirar los 6 millones de ojos uruguayos!
Estaba él, parado a metros de la pelota, doce pasos del cielo o del infierno, no quedaba más tiempo, y la vida como es justa, que a la larga o a la corta pone las cosas en su lugar, el hombre puso el gol, y la victoria, a partir de ese momento el tiempo se dividió en dos ACH Y DCH.
Para la gente que peina canas (y no tantas), la victoria se tomó como un clásico más, ganando de una forma especial (por ser pasada la hora, de atrás y al tradicional rival), el que se puso contento con su vuelta re-confirmaba al Chino, los reticentes comenzaron a esbozar sonrisas y aceptación.
Ya pasaba a tener un nombre que se universalizó aún más “EL CHINO”.
Pero hubo algo mucho más sorprendente, y fue en las nuevas generaciones, esos pequeños que comenzaron a verlo y nombrarlo, a idolatrarlo, lejos de la contaminación de otras épocas, donde la gloria no acompaño en todo al equipo que defendía (a pesar de eso, supo ganarse él solo a la gente, por su calidad y ser “el distinto”).
Los niños que iban a al Gran Parque Central y mismo al Estadio Centenario, ya lo llamaban por su “Nombre” a la espera de verlo entrar, ya querer ser como él, banderas, camisetas y todos los etc que se te ocurran.
Y el destino como es terco tanto para lo bueno como para lo malo, siguió brillando e iluminando a éste zurdo, era como un sol que sale del oriente, goles decisivos, goles olímpicos, y la idolatría que seguía intacta. Salieron los libros, las fotos, y lógicamente una exposición mayor en los medios.
Los detractores de turno, comenzaban a buscarle declaraciones controversiales, algunas sacadas de contexto, o simplemente frases que uno puede decir diez años atrás, seis meses, o tres días, y que por eso tengas que vivir “esclavo de esas palabras” (necio es aquel que no cambia), sin lugar a dudas era una campaña para querer bajarlo del pedestal que estaba construyendo a fuerza de calidad y de goles (importantes), vaya necedad, quisieron tapar al “Chino con una mano”, y lógicamente no pudieron, la zurda fue más fuerte.
Llegó el día más duro de su carrera al menos a nivel de club, fue cuando la pelota se le puso de espaldas y no fue un domingo más, en el rostro se veía que el revolcón había sido grande, ya todos se preguntaban, “se podrá parar?, saldremos de esta?”, fueron seis meses de muchas dudas, muchos cambios, y él pudo haber hecho la más fácil, irse despacito, sin que nadie lo viera, de la misma forma de como llegó. Habían recuerdos vivos que ayudaban a que su retirada fuera digna, nadie lo había puesto como “padre de la mayor derrota en 50 años”, pero no.
El tipo pensador como su colega Confucio, llegó a la conclusión que algo más había para él, y vaya si hubo, el Apertura 2014 comenzaba con todo, el albo solo había sufrido una derrota y todo el resto fueronn victorias, pero ahí estaban “ellos”, ése rival que un puñado de días atrás lo había hecho morder el polvo, más allá que la tabla demostraba quién estaba mejor, poco importaba, había que enderezar la historia, la parada era dura, y más cuando ya en la segunda mitad se estaba en desventaja, él estaba ahí, y con eso se dice todo, algo puede pasar, no se sabe nada ni cuando.
La sombra que ya cubría la totalidad del terreno de juego daba muestras claras que el partido estaba por finalizar, pero bastaron solo 300 segundos para el cambio total, el empate llegó recién entrado en los descuentos, se podría haber frenado ahí, pero no, algo mas faltaba y nuevamente como hacía tres años atrás, una pelota quieta, para que nadie dudara a quién mirar, el reloj ya marcaba el último minuto de juego, solo estaban, el arco, la zurda y él, corta carrera, le pega……..el final ya lo conocemos todos, propios y extraños, fue sin lugar a dudas el zenit del Chino con la camiseta de Nacional, esa que aprendió y quiso querer ( detalle no menor éste punto, algunos detallan que el amor que se construye sin influencias externas o hereditarias es más puro ya que no te esforzas, sino que lo sentís).
Ya nada fue igual, todo repentinamente cambió y nació LA LEYENDA,
Salú maestro y Gracias, el Fútbol te va a extrañar!
Mi hijo Facu, emocionado cuando la Última Vuelta Olímpica de su Primer Ídolo "El Chino"